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LA
PESCA DEL BACALAO EN EL
SIGLO
XX
La reanudación de las pesquerías
del bacalao. La pesca industrial del bacalao en Terranova. Parejas en
Terranova. El principio del fin. La elaboración del bacalao.
La reanudación de las pesquerías
del bacalao.
Prácticamente pasan dos siglos
hasta que los españoles rei-nician la pesca del bacalao en Terranova, que
habían practicado en los siglos XVI y XVII, y de donde fueron expulsados en
1713 por el tratado de Utrech. Esta vez serán los gallegos los primeros en
tomar la iniciativa, a la que pronto se sumarán los vascos. Como dice Antonio
Vázquez (1): “el bacalao no es ciertamente un recurso marino
gallego, pero si son gallegos los marineros que componen mayoritariamente las
tripulaciones de los barcos que lo pescan, tanto si estos pertenecen a
compañías gallegas o vascas. Así es que Galicia estuvo siempre implicada en
esa pesquería, por lo menos en el siglo XX”. Sin embargo, después de
doscientos años alejados de Terranova y de la pesca del bacalao no había
tripulaciones preparadas, por lo que para aprender la técnica que implica la
nueva pesca hubo que recurrir a capitanes y tripulantes extranjeros,
concretamente de la Bretaña francesa.
Siguiendo a Peio Urrutia (2),
en la pesca española del bacalao en el siglo XX se pueden distinguir cuatro
etapas principales: “La Primera etapa de 1927 a 1949, se caracteriza por el
nacimiento de la empresa Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España S.A.
(PYSBE) que inicialmente enrola a marineros bretones hasta que consigue formar
tripulaciones compuestas de vascos y gallegos. Explota en régimen de monopolio
las pesquerías del bacalao, consiguiendo unos altos rendimientos sobre todo a
mediados de los cuarenta con mareas cortas y muy productivas. La segunda etapa
corresponde a los años que van de 1950 a 1965, cuando las parejas de
altura se dirigen a Terranova empujados por el empobrecimiento de los
caladeros de Gran Sol. Inicialmente sus medios son muy precarios, pero a
principios de la década de los sesenta ya son unos competidores muy serios
para la PYSBE. La tercera etapa, de 1966 a 1976, es la máximo desarrollo
de la actividad bacaladera, y coincide con la quiebra definitiva de la PYSBE y
el triunfo de las parejas una vez modernizada su flota. Comienzan a
sentirse los primeros síntomas de agotamiento del Gran Banco. Y la cuarta y
última etapa, que comienza en 1977, es la de las restricciones, cada vez
mayo-res, en el acceso a las aguas canadienses, hasta la adopción definitiva de
las 200 millas territoriales que dejan fuera de los caladeros tradicionales a
los bacaladeros españoles”.
Conviene aclarar que aunque la
historia de la PYSBE, creada en 1927, de alguna manera refleja la actividad
bacaladera española en Terranova, el comienzo de la actividad (3)
“fue promovida por el armador gallego señor Domínguez, que, en 1924, se dedicó
a la pesca, industria y comercio del bacalao, hasta entonces en manos de los
países nórdicos, que suministraban lo necesario para el consumo nacional.
Estableció su base de sacado en Palmeira, en el municipio de Santa Eugenia de
Ribeira, en A Coruña”. Si bien no cabe duda que quien asienta ya con cierto
éxito un proceso de sustitución de las importaciones de bacalao a finales de la
década de los años veinte es la empresa PYSBE.
Las
razones por las que se volvió a Terranova no fueron las mismas para Melitón
Domínguez que para la PYSBE. El primero buscaba nuevos caladeros para la flota
de arrastre, ante la disminución de los rendimientos que se dejaron sentir en
la costa gallega como consecuencia de la sobrepesca ya observada en 1924 –la
misma razón por la que se comenzó a ir al Gran Sol- mientras que la PYSBE nace
para ocupar un mercado bien establecido pero casi enteramente dependiente de la
importación, y no reconvierte una flota sino que la crea de nuevo (1).
En definitiva se fue a Te-rranova a pescar bacalao por dos razones bien
distintas: una, como alternativa después del agotamiento por sobrepesca de los
recursos de nuestra costa en 1924-1926 y otra, para aprovechar un mercado bien
establecido pero basado en la importación.
Pesca industrial del bacalao
en Terranova.
La situación en la que se encuentra España en
1926 respecto al consumo de bacalao es la de ser un país importador, de ahí la
necesidad de iniciar en nuestro país la pesca industrial del bacalao. Labor que
lleva a cabo en primer lugar la PYSBE con bases en Pasajes de San Juan, y a
partir de 1945 se extiende a Galicia estableciendo una nueva factoría en El
Ferrol (A Coruña). A la PYSBE le sigue, en el año 1942, en plena guerra
mundial, PEBSA (Pesquerías del Bacalao S.A.), con base en el puerto de La
Coruña. Luego, en el año 1944, surge una nueva compañía de bous bacaladeros:
COPIBA (Compañía de Pesca e Industrias del Bacalao), con base en Vigo.
Cuando
los primeros bacaladeros de la PYSBE (el “Alfonso XIII” y el “Euskal Erria”
ambos arrastreros de vapor y cascos de acero) llegan a los bancos de Terranova
ya había allí 33 barcos de vapor y 71 barcos veleros con un total de 3.379
hombres procedentes principalmente de Francia, Portugal y en menor medida de
Inglaterra e Islandia (4). A estas unidades les sigue una larga
lista de barcos trawlers o arrastreros, construidos entre 1927 y 1929 con un
registro bruto cercano a las 1.200 toneladas y motores a vapor, comprados en el
extranjero, y en 1939 ya dispone de dos barcos de 1.300 TRB con motores Diesel
construidos en astilleros españoles, como todos los que ya irán componiendo su
importante flota. Una de las diferencias más importantes entre un barco de
vapor y uno de motor diesel era que el barco de vapor, dejando aparte la dureza
con la que tenían que trabajar los fogoneros, tenía poca autonomía,
aproximadamente para 35 días de mar, por lo que tenía que ir a puerto a
menudo, mientras que los primeros barcos de motor diesel podían estar hasta 90
días en la mar, lo que permite explorar más zonas de pesca.
La
pesca era por el sistema de arrastre con puertas de un solo barco
independiente, es decir, el arte conocido por “bou” o “trawl”. El arrastre se
podía realizar al estilo tradicional de costado o con rampa en popa. En el
barco la pesca se abría y salaba, llegando a puerto en condiciones de salado
suficientes como para que pudiese procederse a su secado, pudiendo estibarse
cómodamente, en cada barco, 900 toneladas de bacalao limpio y salado. A finales
de los años cincuenta los cambios se extienden a varios niveles: las redes
pasan de ser de cáñamo a nailon. Igualmente se hacen cambios en el montaje de
las mismas, y se dejó de pescar por babor. Ahora, una vez la pesca en el barco,
se descabeza con las máquinas descabezadoras, pasando luego a las maquinas
abridoras. De las abridoras pasa a las lavadoras, también mecánicas, y,
finalmente, a las bodegas, donde se sala para su conservación hasta la llegada
a puerto. Este pescado salado se llama “verde”. Los avances técnicos asociados
a la modernización del instrumental de pesca (2): radar,
girocompases, pilotos automáticos, sonars, lupas de detección de pescado, que
la PYSBE integró en su flota no conllevaron una renovación de la estructura de
los bous, ni, en general, de las técnicas de pesca.
En los
bous de la PYSBE la tripulación la componían 60 personas, y, por raro que pueda
parecer, este número se mantuvo prácticamente inamovible desde la época de los
barcos a vapor hasta los últimos dos ramperos, el Ciclón y el Ráfaga, que se
hicieron a la mar en 1967. Siete oficiales (capitán, primer y segundo oficial,
tres maquinistas y radiotelegrafista), tres maestres (contramaestre, maestro
redero y maestro salador), un calderero, dos engrasadores, dos cocineros,
marmitón y camarero y 43 marineros (2). El mando se compartía entre
el capitán y el patrón de pesca; el primero tenía el control sobre la seguridad
y la navegación y al segundo le correspondía la elección del caladero, el
montaje de los aparejos y establecer la duración de los arrastres. En una
primera época era habitual llevar animales vivos, cerdos y pollos, para ser
sacrificados a lo largo del viaje. Los frigoríficos hicieron desaparecer esos
hábitos.
No hay
que olvidar que estamos en los caladeros del Atlántico noroeste, en una zona
considerada como uno de los mares más duros de todo este océano. Por ello las
condiciones de trabajo eran especialmente difíciles. Entre los peligros
frecuentes estaban los temporales, los hielos y las nieblas. Sin embargo, en
esta situación de dureza climática, la dureza del trabajo a la que se veían
sometidas las tripulaciones en Terranova era tal que los marineros a veces
deseaban la llegada de un temporal para poder descansar, y es que, en los
primeros tiempos la “cubertadas” (cubierta del barco llena de pescado) eran tan
frecuentes, debido a la sobreabundancia de bacalao, que un día de temporal, al
no poder pescar, lo consideraban los marineros un día de descanso. Así se daba
una paradoja: por una parte se desean unas grandes cubertadas, ya que ello
suponía un mayor ingreso de dinero y un pronto regreso a casa. Y, por otra, se
desean los temporales para poder descansar, dada la dureza del trabajo.
Parejas en Terranova.
La
crisis del sector de la pesca de altura, consecuencia del agotamiento de los
caladeros de la costa de Francia y Gran Sol, que dejan de ser rentables,
después de las capturas masivas durante la Segunda Guerra Mundial, empujó a
las parejas a la búsqueda de nuevas áreas de pesca para garantizar su
supervivencia, razón por la que las parejas merluceras, a partir de 1949, van
a dirigirse Terranova a la pesca del bacalao, algo nunca hecho hasta entonces.
Eran parejas con capacidad de 70, 80, 90 tone-ladas de carga como máximo y se
hallaban pre-paradas para ir al fresco a Gran Sol y a la costa de Francia, pero
que no estaban en absoluto preparadas para hacer frente a las condiciones con
las que allá se encontraron, su capacidad de carga era muy limitada, sus
motores de escasa potencia, había incluso barcos de madera y su habitabilidad
sólo podía calificarse de pésima. Sin sufrir ninguna operación de
acondicionamiento específico, estos barcos abiertos simplemente cambiaron de
caladeros, y trabajaron el bacalao como venían haciéndolo con el resto del
pescado fresco, clasificándolo en cubierta y conservándolo en la bodega abierto
y con hielo para luego venderlo en las lonjas. Un problema de este sistema era,
aparte de la variabilidad del precio, la pequeña cantidad de pesca que los
barcos podían traer después de un desplazamiento muy grande (18 días de viaje,
de ida y vuelta). Estos inconvenientes, trajeron como consecuencia que se
decidieran por el procedimiento tradicional de salado en el barco (2).
Sin embargo, hasta bien mediada la década de los años cincuenta la situación no
cambió significativamente, se aumentaron, eso sí, las bodegas mediante el
alargamiento de los cascos, seccionando los barcos por el centro y añadiéndoles
un nuevo tramo de unos 5 m, lo que doblaba su capacidad carga (2).
A partir de 1952 todas las parejas salaban ya el bacalao. Al cambiar de
modalidad de salado a bordo, se fueron construyendo barcos cada vez mayores.
En 1959
había ya 78 parejas dedicadas a esta pesca en Terranova. La pareja resultó el
sistema más eficaz para el bacalao pues, al carecer de puertas de arrastre,
toda la potencia de los dos barcos se podía destinar a arrastrar una red mucho
más grande que las de los bous. Las capturas solían ser de varias toneladas en
cada lance de red (una o dos al día).
A
partir de los años sesenta las parejas estaban construidas específicamente para
la pesca del bacalao en Terranova o Groenlandia. Estos barcos con casco de
acero y motores diesel, tardaban más en realizar la ruta de ida y vuelta que en
pescar y cargar las bodegas. Acostumbraban a salir después de Reyes y hasta
Navidad hacían sucesivos viajes. El número de “mareas” (estancias en el mar)
era variable, llegó a siete, dependiendo de la capacidad de los barcos y de la
suerte de la pesca.
Las
tripulaciones de las parejas sufrieron variaciones a lo largo del tiempo,
acompasadas a la propia evolución de los barcos. Inicialmente la componían
entre dieciocho y veinte personas: capitán, patrón de pesca, mecánico naval y
tres ayudantes, cocinero, contramaestre, dos tronchadores, dos sacaespinas,
dos descabezadores, de dos a cuatro ayudantes, salador y salador ayudante; para
acabar llegando hasta los 25 tripulantes, o incluso más, según el tamaño de las
parejas (3).
El principio del fin.
Tras
el desastre que supuso la Guerra Civil, se reanudaron las campañas del bacalao
en 1939 y 1940, que fueron detenidas bruscamente por el estallido de la II
Guerra Mundial. La guerra interrumpió de forma total la pesca en aguas de
Terranova en los años 1941 y 1942, y de forma parcial en 1943 y 1944. Se
declararon, entre otras, zonas de guerra las aguas de Terranova y Groenlandia.
Esto provocó que durante los años 1943 y 1944 se prohibiera a los barcos cruzar
el Atlántico para ir a la pesca del bacalao. Luego, con una autorización de los
Aliados consiguen de nuevo en el año 44 cruzar el Atlántico, pero lo tienen que
hacer por la ruta del sur, es decir, por las Azores, y a partir de 1945 se
concede la autorización para pescar en todo el Gran Banco reiniciándose la
explotación de los caladeros del bacalao. Este periodo de “veda forzosa” traerá
consigo una abun-dancia extraordinaria de pescado en aquellas aguas. Así,
tenemos el caso del “Ábrego” de la compañía PYSBE, que estará sin tocar tierra
dos meses y regresa a los cuatro con 1.106 toneladas. La consecuencia o
resultado de esta abundancia de pescado es que la pesca del bacalao evolucionó
muy positivamente a partir de la postguerra, aumentando paulatinamente el
tonelaje capturado hasta alcanzar su cota más elevada en 1968.
Pero
como indica Antonio Vazquez (1) “a mediados del siglo XX la pesca en
Terranova estaba en fase de gran expansión pues, al igual que ocurrió en
España, la pesquería se había hecho atractiva para otros muchos países; las
capturas eran abundantes y ello atraía a cualquier flota capaz de desplazarse
hasta la zona. En 1952 sólo pescaba allí Canadá, Francia, España y Portugal y
en menos de un a década llegaron Reino Unido, Islandia, Polonia, Noruega,
Italia, Corea, Japón, las dos Alemanias y, sobretodo, la URRS. Así es que en
1959 Alemania tenía 81 bous pescando y la URRS, con 101 bous, ya realizaba las
mayores capturas después de Canadá, situación que mantuvo por muchos años”.
Este enorme esfuerzo pesquero, protagonizado no sólo por el gran número de
barcos, cada vez mejores, sino también por las nuevas tecnologías incorporadas
(con el arrastre se incorporan maquinillas que permiten faenar con el arte a
mayores profundidades), llevó, en la segunda mitad del siglo XX, a un problema
de sobrepesca que no pudo ser soportado por el bacalao, que era la especie más
buscada, con el consiguiente colapso de sus poblaciones. Todo esto desembocó en
los años setenta en el inicio de una pro-gresiva disminución del tonelaje
capturado que llevó a Canadá a ampliar, en el año 1977, sus aguas territoriales
hasta 200 millas marinas y a prohibir de faenar en ellas, lo que vetó el acceso
al Gran Banco y supuso en la práctica el desmantelamiento de la flota
bacaladera, como ocurrió con la PYSBE que en 1973, su Consejo de Administración
presentó su dimisión en bloque, y meses después, la empresa presentó expediente
de crisis.
Las
nuevas leyes marcan cupos o impiden la pesca en aguas territoriales de Canadá y
Noruega, que pasan a gestionar la pesca vendiendo licencias a cambio de
tratados comerciales. En 1992, quince años después de la ampliación de las
aguas jurisdiccionales a 200 millas, se declaró la moratoria sobre el bacalao,
sin que se haya recuperado la especie en el momento actual.
En el
año 1992 España abandonó la pesquería de Terra-nova, a donde había llegado en
1925, quedando reducida a partir de aquella fecha la pesca de bacalao por parte
de España a la pesquería de Noruega, donde se pesca con arreglo a unas cuotas
reducidas, con unas unidades ya simbólicas de barcos. Hoy, en 1916 y lo mismo
para 2017, le corresponden a España, de acuerdo con NAFO (Organización de
Pesquerías del Atlántico Norte), 13.391 toneladas de bacalao.
Elaboración del bacalao.
Como
hemos visto, la elaboración de lo que llamaríamos salazón de bacalao comenzaba,
en las pesquerías de Terranova y Noruega, en el mismo barco, en el momento de
la pesca. Para seguir el proceso nada mejor que nos lo cuente alguien como D.
Jesús Dopico Iglesias, que embarco como marinero en 1967 en el bacaladero de la
PYSBE “Cefiro”, y que nos relata cómo se procedía cuando el “saco” con el
pescado se veía a flote (5): “La
virada se hace por el costado, años más tarde se hará por la popa. El
trabajo está organizado en cuatro mesas en las que hay tres o cuatro
descabezadores.
El
bacalao primero se descabeza, luego pasa a los abridores y para terminar al
quitador de espina. To-do este trabajo se realiza a mano. Otra alternativa es
una máquina de la que sale el bacalao por una cinta y que controla un hombre
para ir introduciendo el bacalao.
Una
vez trabajado el bacalao de una u otra manera, se apila para posteriormente
lavarlo bien lavado y siempre con agua salada. El paso siguiente es el de ir
metiendo las hojas de bacalao en cestos que se hacen llegar a las bodegas donde
lo aguardan los saladores que se hacen cargo del salado y de ir asentándolo
bien en las tres bodegas que tiene el barco, una en el centro y dos laterales.
El jefe
salador es el que, a través del contramaestre, informa al capitán de la
cantidad y de la calidad del pescado. Se mira de escoger el mejor si el lance
es de mucho pescado, si es de poco, se trabaja todo lo que viene. Algunas
veces, cuando se ve el saco de aparejo flotar con muchísimo pescado, se
atraviesa el barco; se llena la cubierta y se empieza a trabajar mientras el
resto de la captura espera flotando, dentro del saco, en el mar. Se
desperdiciaba mucho- nos destaca-. Las cabezas se suelen hacer para traer a
casa al final de la campaña. Además de las cabezas se hacen las lenguas o las
cocochas”.
Una
vez el barco llega puerto se procede a la descarga, y este bacalao salado pasa
a la factoría industrializadora. Pero esto mejor que nos lo cuente Mª Ángeles
Rivera Torres (5), trabajadora de la planta de PYSBE de Ferrol, que
por cierto fue juzgada y condenada a año y medio en 1967 por participar en
protestas por cuestiones salariales por el Tribunal de Orden Publico
franquista. Pena que cumplió en la cárcel de A Coruña. Lo explica así:
“Cuando
llega el barco es el momento de la descarga que se produce en tierra con grúas
y plataformas de madera. Un grupo de trabajadores está en la calle para
estibar la carga que trae la grúa. Otro grupo, dentro, (5 ó 6 personas) recoge
la plataforma de la estiba, la deshace y la va clasificando en otras estibas
por tamaño (90, 100, 120, etc.). Otro grupo va estibando lo clasificado en
plataformas (cajones) muy altas, se llega a lanzar la hoja de bacalao desde
abajo a la parte alta donde la recoge otro operario para irla estibando o se
hace subiendo por escaleras de madera.
Después
de clasificarlo se lleva a las cámaras de frío a -25ºC ó -30ºC en donde queda
estivado por grupos de clasificación. Las carretillas para llevar la estiba a
las cámaras de frío son manejadas por los hombres.
El
bacalao primero se lleva a unos cepillos; (máquinas con
cepillos como los de fregar), siempre hoja por hoja. Al otro lado se sitúa otra
estiba antes de pasar hoja por hoja a los lavaderos (mesas de madera largas con
un canalón longitudinal y un grifo de agua salada). Luego sale de la plataforma
a una mesa donde se pelan las hojas con un trozo de tela de saco, sacándole la
piel negra.
Se
hacen grupos de 10 hojas que se van estibando en nuevas plataformas (se marcan
de 10 en 10 con rayas). Una vez conformadas las nuevas plataformas se llevan a
los secaderos donde se deshacen las estibas para pasar la hojas a unas
carrilanas de listones (3 m. de alto) con una estrechez entre las tablas donde se
cuelgan las hojas, colocándolas dos personas que tienen que trabajar al mismo
tiempo, desde lo más alto a lo más bajo.
Se
usan las carrilanas sobre raíles en el secadero en el que no hay puertas. Son
túneles con mucho calor producido por unos grandes ventiladores. Allí
permanecen sobre medio día dependiendo del tamaño de las hojas. La salida para
el embalaje la hacen 5 ó 6 personas. Si el tamaño de la hoja es pequeño se
llegan a coger en brazadas para acabar antes. El embalaje se hace en sacos de
esparto. Cuando había pedidos, se deshacían las estibas que habían quedado en
la cámara de frío. Una
vez que se termina una parte del trabajo te envían a otro designándolo siempre
a dedo”.
Y sigue Doña Ángeles: “Otra
sección dentro de la fábrica de Pysbe en Ferrol, es la de filetes de bacalao.
Se trabaja con cuchillo tronchador. Se hacen sin espina. Se va trabajando la
hoja en mesas alargadas. A medio cuerpo de la hoja se le sacan las alas, que
también se venden, y luego queda el lomo que se parte en dos, quitándole la
piel y la espina y se presenta envasado en celofán en cajas con su marca”.
Además del bacalao en seco,
bacalao en sal y filetes de bacalao, se elaboraban lenguas de bacalao y se
obtenía aceite de hígado de bacalao. La operación de la fabricación del aceite
se hacía a bordo del barco, según Jesús Dopico “O Pies” (5), de la
siguiente manera: Los hígados de los bacalaos, que previamente se han recogido
en unos cestos, se cuecen en dos depósitos, situados bajo el puente,
aplicándoles vapor. Paco “O Mincha” (5), también marinero de la
época cuenta que se cuecen los hígados del bacalao en un depósito, aplicándoles
vapor de agua y terminado el proceso de cocción, se pasan a otro depósito
situado en popa y que se vaciará al llegar a puerto.
Hoy la
flota bacaladera española prácticamente no existe y su participación en la
“campaña del bacalao” es casi nula, por lo que la mayor parte del bacalao que
llega a España es de importación procedente de Dinamarca, Islandia, Noruega,
Islas Faroe o Canadá. Llega a las lonjas de los puertos, básicamente vascos y
gallegos, fresco o en contenedores, pasando luego a las factorías donde se
almacena a bajas temperaturas. En el caso de que los bacalaos vengan en
contenedores, ya salado desde el barco, en las factorías se aprovecha para dar
los últimos retoques de sal.
El
proceso de elaboración del bacalao hoy consiste en líneas generales en: El
bacalao llega a la factoría fresco desde los países de origen, se hace un
control de entrada y de temperatura del mismo procediéndose a su limpieza y
apertura. Posteriormente se envía el bacalao a la línea de producción, donde
se procede a la salazón para lo que se utiliza salmuera o sal. En este caso se
echa una espesa capa de sal como lecho y se coloca el pescado extendido sobre
su superficie. Se repite el proceso varias veces para obtener diferentes capas
de bacalao y sal. Una vez realizado el proceso de salazón, se procede a
realizar la deshidratación, lo que se conoce como curación del bacalao. Se
realiza esta curación en mayor o menor grado, según las exigencias del mercado.
El secado o curación del bacalao le otorga la textura y el sabor característico
que distingue al bacalao de otro pescado.
El
bacalao ya salado y parcialmente curado se envía a la sala de elaboración donde
se procede a despiezarlo en muy diversas formas y presentaciones: lomos,
ventresca, cola, migas, palitos, oreja (con o sin parte de la ventresca),
filetes sin espinas, etc. Por supuesto también se comercializa el bacalao
entero abierto en hojas y las cabezas. Una vez obtenido el producto final, ya
envasado, se procede a la conservación del mismo en almacenes frigoríficos
para el posterior envío al mercado.
El
bacalao importado de Islandia o Noruega puede ser: “Bacalao Cura Amarilla” con
un contenido de sal de 12 a 16% y con humedad igual o inferior a 47%. Se seca
en una estufa durante 3 a 5 días, para que el color amarillo exista, el
bacalao deberá haber sido graso. Y “bacalao seco entero”, con un máximo de 47%
de humedad y 16% de sal.
Todo
esto sin olvidar las tripas de bacalao o callos de bacalao, que en realidad no
son las tripas sino la vejiga natatoria, que en el bacalao es gruesa y esta
compuesta de una sustancia gelatinosa, que una vez salada y seca se le tiene en
gran estima dentro de la gastronomía, especial-mente en la zona mediterránea.
Ni por supuesto las cocochas, las huevas, la lengua o las mejillas de bacalao,
que son pedazos de carne de consistencia gelatinosa que se retiran de la región
entre los ojos y la boca…. y es que el bacalao es como el cerdo, se come todo.
Referencias
(1)
Antonio Vázquez. La pesca española de bacalao en Terranova. Instituto de
investigaciones Marinas (CSIC) Vigo. 2009.
digital.csic.es/bitstream/10261/125087/1/Pesca_bacalao_Terranova
(2)
Peio Urrutia Ochoa. El Gran Banco de Terranova: mareas, mitos y miserias. Revista
de estudios marítimos del País Vasco. 2003.
untzimuseoa.eus/images/itsas_memoria_04/40%20URRUTIA.pdf
(3) Mª
Luisa Pérez Fariña. La industria del bacalao en Galicia: La importancia de la
ría de Arosa. Maria Luisa Pérez Fariña. Departamento de Geografía. Universidad
de Santiago. 1985
https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1456795
(4)
Rosa García Orellán. Rumbo al Gran Banco: Una etnohistoria de la pesca del
bacalao en los bancos de Terranova.
hedatuz.euskomedia.org/4492/1/51577592.pdf
(5) M.
Bouza Faraldo. Pesca, salazón y manufacturación del bacalao – PYSBE. De las
orillas del Eume a Terranova. CÁTEDRA. Revista
eumesa de estudios, 2013.
www.catedra.pontedeume.es/19/catedra1903.pdf
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