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LA
CERVEZA EN ESPAÑA. DE LA PREHISTORIA AHOY.
El
origen de la cerveza, que se remonta a más de cinco mil años, se sitúa en el
sur de la antigua Mesopotamia, en el cruce de los ríos Tigris y Eufratis, en la
cuna más antigua de la civilización, donde habitaban los sumerios. Según tablas
de arcilla de la época (1), era una bebida de granos fermentados
denominada “siraku” que pone alegre a la gente. Los textos bíblicos citan a la
cerveza como "Shekar", nombre que le dan al grano. Cada ciudad
destilaba su propio "shekar" y la formula de elaboración pasaba de
generación en generación.
De Sumer pasó a Egipto con el nombre de
“zytum”, cuyo proceso de elaboración se puede seguir en una tablilla que se
encuentra en el museo arqueológico del Cairo (1): “Dejad macerar e
inflarse los granos de cebada durante un día, dejadlos reposar y maceradlos
después de nuevo, depositándolos en un recipiente bajo agujereado. Dejad secar
hasta que se formen capas y exponed luego la cebada al sol”. De ésta manera y
al igual que los sumerios, los egipcios fabricaban la malta de
cebada, la base de su cerveza, cuya mezcla la realizaban con otros elementos
que le daban olores y colores diferentes como el comino, azafrán, jengibre y la
endulzaban con miel o canela entre otras especies.
En
Iberia, a donde llega con los fenicios, la preparaban por fermentación de los
cereales y se conocía como “caelia”, a ella hace referencia Paulo Orosio (2),
historiador y teólogo visigodo (Braga, 385 – 430), que cita esta bebida al
hablar de la caída de Numancia en el año 133, diciendo: "… bebida
elaborada artesanalmente a partir del trigo, y que ellos llaman "caelia",
porque ha sido hervida. La fuerza de su germinación se obtiene por fuego,
después de haber sido mojado, secado y ligeramente molido el trigo, hirviendo
con él distintas hierbas que le dan un sabor austero y un color enervante y al
beberla se siente un calor embriagador". Más tarde, Plinio el Viejo,
Procurador de La Hispania citerior se refiere a la "cervisiae", que
los hispanos llaman "Celia" o "Ceria", y que estaba tan
bien preparada que podía durar mucho tiempo (2).
La cerveza (caelia) debió haber sido
muy popular entre los iberos y los celtas, pero su consumo prácticamente habría
desaparecido con la romanización, época en la que se prefería el vino, y no
vuelve a popularizarse hasta la llegada de los visigodos. San Isidoro hace
referencia en las Etimologías a su fabricación y consumo, haciendo mención de
sus distintas variedades. Los visigodos mantendrían la popularidad de la
cerveza hasta la invasión musulmana.
En la Edad Media, durante la cual la
península se encontraba dividida territorialmente en reinos cristianos en el
norte y musulmanes en el sur, no puede decirse que la cerveza fuera una bebida
muy popular. Igual que ocurrió con el vino es muy posible que fuesen los
monjes, en los monasterios medievales, los que continuasen y transmitieran
entre ellos las técnicas de elaboración de las cervezas. Corresponde a esta
época la sustitución del mirto y el romero por el lúpulo. Las primeras
referencias al lúpulo aparecen en el siglo XI y corresponden a una monja
benedictina Hildegard, Abadesa de Rupersberg en Bingen, (Alemania). Desde aquí
se iría extendiendo su uso por toda Europa, hasta llegar a ser un elemento
imprescindible en la fabricación de cerveza.
Durante
la Edad Media, como en la antigüedad, como dice Jean Bottéro (3) la
cerveza se movería entre los ámbitos de la necesidad y el placer. La cerveza
ofreció “desde los tiempos más remotos, una especie de ideal gastronómico, de
fuente de puro placer, al alcance de todos y muy adecuado para compensar tantas
preocupaciones de la existencia.”
En España vuelve la cerveza a
comienzos de siglo XVI, aunque no a nivel popular, con la llegada de la corte
flamenca de Carlos I y Felipe el Hermoso, grandes amantes de esta bebida.
Cuando el Emperador se retira al monasterio de Yuste se crea una fábrica
artesanal de cerveza dirigida por su maestro cervecero personal (4).
Posiblemente fue la primera cervecería moderna en España. En cualquier caso, en
el siglo XVI la producción y consumo sería muy escaso y serviría únicamente
para mantener la demanda de la Corte de los Austrias, que en su servicio de
mesa tenía siempre a cargo los servicios de un cervecero.
En el siglo XVII apenas hay
referencias al uso cotidiano de cerveza. No obstante, es cuando la cerveza sale
del entorno de la corte y los monasterios y comienza a pasar a los ambientes de
las ciudades. En la Corte los maestros cerveceros continuaban siendo de origen
flamenco o francés. Es en 1643, cuando Felipe IV emite el privilegio real más
antiguo a dos maestros cerveceros españoles para la elaboración de cerveza.
A lo largo del Siglo XVIII se observa
un cierto repunte del consumo consecuencia de determinadas medidas tomadas por
la Corte. En 1701 la producción de cerveza se declaró monopolio estatal y en
1712 ya había once puestos de venta repartidos por los mercados de abastos de
Madrid, y en marzo de 1791, el rey Carlos III decreta un permiso de entrada y
venta en la capital de toda la cerveza procedente de factorías nacionales.
El monopolio estatal de la elaboración
de cerveza desaparece en 1833 liberalizándose su comercio y se permite la
elaboración en Madrid a cualquier cervecero cualificado, produciéndose así en
el siglo XIX un incremento en la popularidad y consumo de cerveza. Al tiempo
que comienza en toda Europa, y también en España, el proceso de
industrialización en la fabricación de cerveza, que permite la producción a
gran escala. La primera cervecera industrial se estableció en España en 1856 y
la fundó el alsaciano Louis Moritz en Barcelona. Dada la época en que se
introduce la cerveza industrial en España tiende a ser mayoritariamente tipo
Pilsen.
A
diferencia de Europa donde la cerveza era una bebida de las clases populares,
el consumo durante el siglo XIX en España correspondía a las clases urbanas y
burguesas, principalmente en los meses de verano, siendo muy poca la demanda,
por no decir nula, en las zonas rurales. Y es que la sociedad española del
siglo XIX era más de bebidas refrescantes que de cerveza, que sería de muy baja
graduación alcohólica (sobre 4%) y posiblemente se mezclaría con limonada, de
modo que probablemente se consideraría un refresco. A pesar de todo la demanda,
especialmente en las grandes ciudades, iba en aumento, no tanto en las pequeñas
ciudades o en los entornos rurales.
A
comienzos del siglo XX, aprovechando las nuevas tecnologías del frío, se
introducen en el mercado las cervezas de baja fermentación (entre 4 y 10º C) al
tiempo que el consumo va aumentando, lenta pero positivamente, a lo largo de
todo el siglo, con la única interrupción de la guerra y posguerra como
consecuencia de la escasez de materias primas. A partir de la década de los 60,
el consumo se recupera y ya en los setenta el avance es más que notorio,
igualándose el consumo per cápita de vino y cerveza en el año 1982, para llegar
al siglo XXI en el que el consumo de cerveza supera al de vino.
Referencias
(1) Historia
de la cerveza, origen, tipos, elaboración.
www.barmaninred.com/2011/09/historia-de-la-cerveza-origen-tipos.html
(2)
Jacobo Olalla. La cerveza en España: una larga historia. Cultura cervecera – Libro
Blanco de la Cerveza ...
www.cerveceros.org/cont_libro_blanco.asp
(3) Bottéro, La cocina más
antigua del mundo. Citado por Ana Carolina Abad. La cerveza en la Antigüedad y la Edad Media.
siem.filos.unam.mx/2014/.../la-cerveza-en-la-antiguedad-y-la-edad-medi...
(4) Jacobo
Olalla La cerveza en España. Una larga historia. Libro blanco de la cerveza.
Ed. 2001. www.cerveceros.org/cont_libro_blanco.asp
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