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LOS INICIOS. ASPECTOS GENERALES
La
domesticación de animales, íntimamente ligada con el inicio del Neolitíco, la
define Sandor Bökönyi como (1): “un proceso por el cual el hombre
captura y domina ciertos individuos de una especie que presenta unos rasgos
psicológicos particulares, los aísla de su hábitat natural y de su manada de
origen, los sitúa bajo su vigilancia y controla su re-producción para su propio
beneficio, asegurándole alimento y protección". Mientras que para Price (2):
“es un proceso mediante el cual una población animal se adapta al hombre y a
una situación de cautividad a través de una serie de modificaciones genéticas
que suceden en el curso de generaciones y a través de una serie de procesos de
adaptación producidos por el ambiente y repetidos por generaciones”.
Aunque todavía no se disponen de datos concluyentes de los mecanismos
que llevaron a la domesticación animal, se supone que se llegó a ella a través
de un lento proceso de paciencia y convivencia con las especies a domesticar.
Sin duda, es evidente que debe de haber contribuido la profunda interrelación
existente entre los cazadores y sus presas, ya que a lo largo del paleolítico y
del mesolítico nuestros antepasados irían conociendo mejor su idiosincrasia. El
proceso comprendería una serie de estados ideales, aunque no todos tendrían por
qué haber tenido lugar para cada especie concreta de animales, que serían los
siguientes (3):
a-
Tolerancia:
convivencia pacífica con Homo sapiens.
b-
Asociación:
algún tipo de relación estrecha, de índole comensalista (caso del perro) o
incluso simbiótica. Por ejemplo, un felino.
c-
Confinamiento:
el hombre intenta deliberadamente mantener el animal en un espacio controlado.
d-
Amansamiento:
se produce una selección de ejemplares tolerantes, por medio de la cría controlada.
e-
Selección
de otras características: una vez domesticado, son elegidos
regularmente ejemplares que muestran determinadas particularidades.
En esta línea Zeuner (1963) establece que el proceso de
domesticación sigue cinco etapas (4): “En la primera etapa, la unión
hombre-animal es muy débil y son frecuentes los cruces de las formas mantenidas
en cautividad con las formas salvajes originarias; en cuanto al control sobre
los animales por parte del hombre es muy reducido.
En
la segunda
etapa, el hombre comienza a controlar la reproducción de los animales y
seleccionarlos para reducir sus dimensiones y aumentar las características de
docilidad para poder manejarlos mejor. En esta fase, es importante evitar el
cruce con las formas salvajes, para mantener y fijar las carac-erísticas
deseadas.
La tercera etapa comienza cuando el
hombre empieza a demostrar un interés creciente hacia la producción de carne, y
se da cuenta de la utilidad que supone el aumento del tamaño de los animales de
cría. En esta fase se vuelven a cruzar las formas domésticas, más pequeñas, con
las formas salvajes, más grandes, poniendo atención en mantener las características
de docilidad previamente seleccionadas.
En la cuarta etapa, el interés por los
productos animales, unido a la creciente capacidad del hombre para controlar a
los animales de producción conduce, mediante un largo trabajo de selección, a
la creación de razas especializadas con diferentes aptitudes productivas que
garanticen un aumento en la producción de carne, lana, leche, etc..
Se llega así a la quinta etapa, en la que
resulta totalmente necesario evitar los acoplamientos de la forma salvaje con
las razas domésticas especializa-das. Por tales motivos, se realiza una
actividad de control numérico de la población salvaje, que en tales casos
conlleva nada menos que al exterminio de las formas salvajes y, en el mejor de
los casos, a su asimilación dentro de las formas domésticas”.
Hoy, para Hart (1985) (4), nos encontraríamos en
una sexta
etapa del proceso de domesticación, en el que las características
comportamentales y genéticas de los animales de producción se han visto
modificadas hasta tal punto que han perdido la capacidad de sobrevivir y de
reproducirse sin la intervención del hombre. Sin embargo, si bien es verdad que
nuestros animales domésticos han perdido muchas de las características que les
posibilitan adaptarse a la vida en la naturaleza, es también cierto que algunas
de estas características pueden ser readquiridas, como sucede en el proceso de
readaptación a la vida salvaje.
Son muchas las características morfo-funcionales y de
comportamientos que se han modificado en los animales domesticados en relación
con sus originales salvajes (5). “Aparecieron una serie de modificaciones
por adaptaciones morfológicas en el tamaño y forma, así como en la piel, grasa
y musculatura y un aumento del aparato digestivo. Igualmente se produjeron
cambios funcionales, siendo los domésticos
más precoces, de mayor crecimiento y con mayo-res producciones. Por el
contrario, la mayoría de los sentidos han perdido agudeza, atributos
fisiológicos que le son fundamentales cuando viven en libertad: olfato, oído,
vista. Lo más significativo del comportamiento de los animales domésticos es la
pérdida de agresividad. En sentido general podríamos hablar en el animal
doméstico de ajustes de aprendizaje y fisiológicos”.
La domesticación, que no se puede desligar de la revolución
agrícola, al igual que en el caso de los animales domesticados produjo
profundos cambios en el modo de vida de los cazadores recolectores, tanto a
nivel económico como social. En efecto, el modo de vida de los seres humanos
que habitaban hace doce mil años determinadas zonas geográficas, como el Creciente Fértil o Media Luna Fértil, que se correspondería con parte de los
territorios del Levante mediterráneo, Mesopotamia y Persia, comenzó a transformarse
radicalmente. Las ocupaciones depredadoras como la caza y la recolección,
fueron sustituidas poco a poco por otras de carácter productivo como la
domesticación de animales y el cultivo de la tierra y, de esta manera, las
sociedades de Homo sapiens
abandonaron paulatinamente el nomadismo y la economía de subsistencia para
convertirse en sedentarias y productoras de sus propios alimentos. Sin embargo,
el primer animal domesticado el lobo, origen del perro, domesticado hace ya más
de 15.000 años, y que sirvió de gran ayuda a los cazadores, no se puede decir
que afectase de modo significativo a los cambios en los modos de vida que
tendrían lugar, posteriormente, en el Neolítico cuando se comienza a domesticar
pequeños rumiantes: primero cabras (hace unos 8.000 años) y luego ovinos (unos
500 años después), y los hombres pasan de cazadores-recolectores nómadas a agricultores
sedentarios, en parte forzados a ello para poder cuidar a los animales.
Con el desarrollo de la ganadería se acentúan los lazos
entre los hombres y los animales. Estos pasan a convivir con los hombres en el
mismo poblado, y en algunas sociedades hasta en las mismas viviendas. Desde un
punto de vista antropológico, la domesticación se puede ver como un proceso por
el cual los animales se integran en la propia vida de la sociedad humana.
Lo más razonable es pensar que estos cambios que se
producen en los modos de vida de los primitivos cazadores-recolectores, se
debieran a cuestiones medioambientales. Una de las principales razones de esta
importante transformación económica y cultural sería el cambio climático que se
produjo al finalizar la última glaciación y que inauguró el período holoceno,
el último de la actual era geológica. Durante éste, las temperaturas aumentaron
considerablemente y, paulatinamente. Sin olvidar que a finales de Paleolitico,
la humanidad ya había adquirido la madurez cultural y el progreso técnico
necesario para afrontar este reto. Así se inicio la etapa de transición al
Neolítico conocido como Mesolítico durante el cual, los cazadores y
recolectores aprendieron a controlar la producción y el consumo de alimentos.
Claro es que estos cambios son graduales y no se producen de un día para otro.
La caza no desaparece de repente.
Si la caza y la recolección
ya no eran tan abundantes había que hacer algo para remediarlo. La respuesta,
por lo tanto, debió ser también gradual. Si cierta fauna empezaba a escasear
habría que desplazarse siguiendo a las manadas de animales en un permanente
nomadismo. Por lo mismo, sería conveniente defender estas manadas de la
competencia de otros predadores. Incluso, en caso de necesidad, podría pensarse
en resguardar a los animales por la noche o en ciertos parajes abundantes en
agua y forraje, mediante algún tipo de vallados o defensas. Y ya puestos,
convendría cuidar las crías para evitar que se malograran por falta de
alimento. La evolución de las técnicas de caza
también parece haber favorecido el proceso de domesticación de los bovinos: el
hombre empieza de hecho a organizar verdaderas batidas, empujando a los
animales al interior de gran-des recintos. En las batidas particularmente en
las más afortunadas, el número de animales capturados era superior al que podía
ser consumido en tiempo útil para que no se pudriese la carne. Los animales en
sobre número eran mantenidos en recintos y llevados en caso de necesidad para
fines alimenticios y/o religiosos. Esta forma pudo ser el origen de las primeras
formas de cría.
Durante esa cautividad el hombre empezó a conocer las
costumbres y necesidades de esos animales. Con la cautividad los animales
adaptaron su comportamiento y se acostumbraron a la presencia del hombre,
perdiendo su agresividad hacia él y se dejaron manipular. Con el tiempo estos
animales se fueron amansando y adaptando a la nueva forma de vivir, fueron
cambiando sus características psíquicas y morfológicas hasta dejar de parecerse
a los salvajes de los cuales derivaron. La domesticación se completaría con el
control de la reproducción.
En la primera fase de cautividad se
produciría una forma rudimentaria de ganadería (no existe ni alimentación
cuidada, ni selección racional). Rebaños formados por una única especie, los
animales domesticados pertenecen a un tipo primitivo y la talla es inferior a
los animales salvajes. En la segunda fase, se produce la crianza propiamente
dicha, llevándose a cabo una alimentación adecuada y una selección metódica.
Surge la ganadería cuando el hombre comienza a ocuparse personalmente de los
animales domesticados, que formaban manadas indiferenciadas.
Hasta finales del Neolítico Antiguo, los animales
domésticos se explotaban únicamente por su carne, si bien es cierto, existían
excepciones esporádicas, como el sacrificio. Más tarde se descubrió que también
se podrían aprovechar recursos secundarios como la leche, la lana y
aprovecharse de la tracción animal, para el transporte y la labor agrícola.
Todo esto llevó a una segunda fase de domesticación, en la que el hombre buscó
la manera (o maneras) de incrementar el tamaño de sus rebaños.
Ahora bien, no todos los animales eran domesticables.
Únicamente se pudieron domesticar aquellos que poseían unos rasgos psicológicos
de comportamiento determinados, siendo posiblemente el más importante el
espíritu gregario o la sociabilidad del animal en cuestión; esto es la
capacidad para vivir en grupos, sin olvidar otros como la capacidad para
reproducirse en cautividad y la genética. La sociabilidad es indispensable para
la sumisión a la voluntad humana. Pero para que surgiera la domesticación no
sólo era necesario, como ya vimos, capturar animales con las características
anteriores, sino que también era necesario que el hombre hubiese evolucionado
lo suficiente en su capacidad de observación, raciocinio y aprendizaje, como
para comprender que cada especie posee necesidades propias, que los organismos
que sobrevivían largo tiempo a su lado, eran los que tenían las necesidades
mejor cubiertas. De igual modo, debió poseer la capacidad para entender que si
un animal era lo bastante valioso como para tenerlo a su lado, es decir,
domesticarlo, debía proporcionarle condiciones de vida semejantes a las que
gozaba cuando vivía libremente.
Aunque acabamos de indicar que para domesticar animales lo
primero que había que hacer era capturarlos, también vimos que esto no fue
siempre necesario, pues existía la posibilidad de que entre el hombre y el
animal se produjese una relación estrecha, en principio no buscada por el
hombre. Sería lo que se conoce como comensalismo, por lo que una especie
obtiene beneficios de la otra sin perjudicarla. Por esta interacción diferentes
poblaciones de animales salvajes habrían sido atraídas por elementos humanos,
incluidos los residuos de alimentos y / o animales más pequeños atraídos por
estos residuos. Los perros, cuyo origen serían los lobos, el único animal
domesticado antes del advenimiento de la agricultura, son el ejemplo típico de
este tipo de domesticación. Los canes se acercaban a los poblados en busca de
alimento fácil, y el ser humano vio la posibilidad de que se estableciese un
tipo de ayuda mutua, tanto el perro como el hombre cazaban las mismas piezas, eran mamíferos con capacidad de relación
desarrollada y unos y otros podían protegerse y ayudarse. Se inició así una
relación que dura ya casi 16.000 años.
Otros casos de comensalismo podrían ser el cerdo (Sus
scrofa domesticus), que como en el caso del lobo, el jabalí salvaje
también era una especie oportunista, omnívora y proclive a rondar en busca de
alimento cerca de los humanos. Por su parte los gatos, domesticados 10.000 años
después que los perros, se acercarían al hombre de forma indirecta pues se
dirigirían a los graneros, donde abundarían los pequeños roedores, en busca de
alimento.
Pero no debemos olvidar que el fenómeno de la domesticación
es en sí una rareza. De las casi 150 especies no carnívoras que pesan más de 45
kg solo se han domesticado 15 a lo largo de la historia…En aves la proporción
es aún menor, apenas una docena de las más de 10.000 existentes. Sumados
insectos (abejas y gusanos de seda) y especies piscícolas, no llegan al medio
centenar (6).
Como ya hemos visto el primer animal domesticado fue el
perro (14.000-12.000 años a.C.), pasando bastante tiempo hasta que el hombre se
transforma de cazador-recolector nómada a agricultor sedentario que es cuando
comienzan las domesticaciones de los pequeños rumiantes, así el segundo animal
domesticado sería la cabra, que tuvo lugar en el Medio Oriente unos 8.000 años
a.C. al que le seguiría la oveja (7.200 a.C.) también en el Medio Oriente.
Estas domesticaciones favorecerían a su vez la sucesiva domesticación de los
bovinos a partir del uro (Bos primigenius)
que es considerado el fundador del linaje de todos los bovinos modernos, hecho
que ocurría unos 7.000 años a.C.
Casi paralelamente al inicio del proceso de domesticación
del bovino, en Asia y en Europa se empieza a mantener en la casa o en el
entorno de la casa a los cerdos (Hart, 1985) (2). Se pensaba que las
formas domésticas actuales tenían su origen en cru-ces entre el cerdo salvaje
asiático (Sus vittatus) y el cerdo
salvaje europeo, el jabalí (S. Scrofa).
Hoy esto se ha puesto en duda y se piensa que es posible que personas con cerdos
domésticos emigraron al occidente. También los europeos empezaron la domesticación
del cerdo de forma paralela, al poco tiempo después o antes de la llegada de
los cerdos de oriente.
La domesticación de los equinos se
produjo muchos años después, probablemente entre el 4.000 y el 2.500 a. C.,
inicialmente en Ucrania, a partir del tarpán,
una forma salvaje extinguida en 1.851 (Hart, 1985) (2).
El gato fue domesticado entre el 3.000 y
el 2.000 a.C. en Egipto. El actual gato doméstico tuvo su origen en la forma
salvaje africana (Felis livica),
introducida posteriormente también en Europa y cruzada con la forma salvaje
europea (Felis silvestris).
La gallina fue domesticada en Asia en
torno al 2.000 a.C. a partir de Gallus
gallus, y a la que han podido seguir todas las otras especies avícolas.
Mucho más reciente es la domesticación
del conejo en Italia a partir del (Oryctolagus
cuniculus), ya en el Imperio Romano, sobre el año 100 a.C.
Para finalizar citaremos al ciervo que se comenzó a
domesticar en los años 70 del siglo pasado en Nueva Zelanda y Escocia y que a
diferencia de las domesticaciones del pasado, que se realizaban muy lentamente
y que requerían mucho tiempo, hoy merced al progreso de la tecnología de cría y
reproducción se hacen con mucha más rapidez de modo que puede ser considerada
ya una especie domesticada. Entre las domesticaciones más o menos recientes
podríamos pensar en gamos, perdices, codornices, etc.
Veamos a continuación como se produjeron
las domesticaciones de cada una de las especies a que hemos hecho referencia.
Referencias
(1) Sandor Bökönyi.
Citado en Tras las huellas de Herodoto. Inicio de la domesticación animal. I.
Aspectos generales
Herodotohistoriant,blogspot.com/2013/04/inicios-de-la-domesticacion-animal-i.html
(2) Citado por S.
Mattiello. El proceso de domestica-ción.
www.produccion-animal.com.ar/.../19-el_proceso_de_domesticacion.pdf
(3)
Animales domésticos.
https://www.uam.es/personalpdi.../31-animalesdomesticos.pdf
(4)
F. E. Zeuner. 1963. A history
of domesticated animals.
www.produccion-animal.com.ar/.../19-el_proceso_de_domesticacion.pdf
(5)
La domesticación de los animales.
nuncajamascocker.blogspot.com/2015/07/la-domesticacion-de-los-animales.html
Hola, estoy haciendo un trabajo de antropología y hay varias cosas en tu blog que me servirían, algunas citas y el tema de la gastronomá de las Baleares. El problema es que no sé como citarte... siempre puedo poner que es del blog lacomidayelhombre, pero preferiría citarte de forma más seria. Gracias.
ResponderEliminarUn trabajo estupendo