jueves, 31 de mayo de 2018

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LA PESCA EN LA ANTIGUEDAD

La pesca en el mundo antiguo. La pesca en el mundo clásico: Grecia y Roma. La pesca en el Imperio Romano. Sistemas de pesca y aparejos de la antigüedad.



La pesca en el mundo antiguo. 
         En el antiguo Egipto, la pesca y el consumo de pescado, fresco y seco, que procedía del río Nilo, era un alimento básico para gran parte de la población, no así el procedente de mar abierto del que no hay referencias claras, pero esto no quiere decir que no se practicase en los territorios colindantes. Así los israelitas, según evidencia disponible tanto arqueológica como textual, consumieron diversas variedades de pescado tanto de agua dulce como de mar. Las especies de peces de agua salada descubiertas en las excavaciones incluyen el besugo, el mero, la corvina y la lisa. La mayoría de ellos procedentes del Mediterráneo, pero en el período posterior a la Edad de Hierro, algunos provienen del Mar Rojo (1).


      Pero si hubo un pueblo en la antigüedad en el que la pesca marítima y su comercialización fue uno de los pilares de su economía fue el fenicio. La cultura material de los fenicios (2) muestra el importante papel del pescado en la alimentación y la consiguiente integración de la pesca y los peces en su vida cotidiana. Los fenicios, de origen semita, eran los habitantes de la costa de Canaán, una estrecha franja de tierra comprendida entre los montes del Líbano y el mar Mediterráneo. La región que ocuparon, llamada luego Fenicia, era una estrecha franja litoral de 200 km de largo por 35-40 km de ancho. Es una costa abierta que permite la navegación y en a que soplan vientos en dirección a la isla de Creta y Egipto. Sus navegantes se aventuraron por el Mediterráneo recorriendo el Sur de Italia, y el Norte africano; fueron además los primeros que establecieron relaciones comerciales con la península ibérica. Navegaron también por las costas atlánticas y, según testimonios egipcios, realizaron la hazaña de dar vuelta a África.
       En el comercio fenicio de hace 3000 años a. C., destacaban los productos de la pesca. Para controlar los puer-tos de comercio y las navegaciones, los fenicios ocuparon islas y promontorios que les permitieran la visibilidad al mar, así como también otros puertos costeros pegados a tierra firme que les permitiera garantizar la subsistencia de su actividad agraria-ganadera y sobretodo pesquera. Dada la importancia que los fenicios daban a las actividades pesqueras, dondequiera que habitaban trataban de repetir su modus vivende intentando poner en práctica los usos y técnicas que practicaban en Oriente desde época ancestral integrándolos en el seno de su cultura de formas similar. Este sería el caso de las colonias establecidas en la península ibérica y en concreto en el área del Estrecho (2). Donde además de pesquerías, introdujeron las técnicas de la salazón, pues era el método más eficaz de conservación y comercialización del pescado, ya que no se daban las condiciones adecuadas de transporte y almacenamiento para consumirlo fresco en las zonas del interior.
Los fenicios llegaron a la península ibérica no sólo atraídos por las riquezas minerales (oro, plata, plomo, etc.), sino también por lo que para ellos era quizá más importante, la abundancia de pesca para fabricar salazones. Fundaron tres ciudades importantes: Gadir (Cádiz), hacia el 1100 a. C., Sexi (Almuñécar) y Abdera (Adra) y muchos centros comerciales menores, donde introdujeron sus técnicas de pesca. Resulta sobradamente conocida la presencia de numerosas pesquerías y atunaras, regular-mente repartidas en las zonas de influencia fenicia de todo el sureste peninsular y adrededores del Estrecho, en donde se elaboraban estas manufacturas que luego se exportaban como mínimo hasta la propia Grecia continental y Asia Menor.
Ignoramos desde cuándo ha tenido lugar la pesca de atunes, pero lo que sí parece cierto es que fueron los fenicios los que crearon el famoso “Circuito del Estrecho(3), que se mantendrá en época romana: “los atunes vienen anualmente a reproducirse al Mediterráneo Occidental procedentes del Atlántico. En el mes de junio, siguiendo las corrientes dominantes que los impulsan a costear el litoral de Marruecos, cruzan el Estrecho de Gibraltar y penetran en el Mediterráneo. En julio, una vez realizado el desove, bordeando las costas españolas, vuelven al Atlántico. Esta regularidad permite el establecimiento, en las proximidades de las costas, de unos ingenios destinados a su captura, conocidos con el nombre de almadrabas”, que según Opiano de Apemea, que escribió el tratado de pesca en el mar más antiguo que se conoce: el “Halieulica” o “Halieutika”, com-puesto en los años 177–180, “consiste fundamentalmente en una red, dispuesta en forma circular, anclada en el fondo del mar por su extremo inferior y sostenida mediante flotadores por el superior. Está dotada de una serie de puertas de entrada por las que penetran los; atunes, que viajan como un pueblo en marcha, cada grupo con su jefe, y a los que resulta muy difícil salir una vez que han entrado. El atún, intentando desesperadamente huir, sube a la superficie y es pescado mediante garfios especiales desde los barcos que cercan la red”.
Los fenicios gaditanos pescaban en alta mar por la zona sahariana en las embarcaciones llamadas hippoi, de aquí la importancia de las relaciones entre Lixus –asentamiento costero fenicio situado en el noroeste de lo que hoy es Marruecos- y Gadir. Las especies más corrientes en la zona del Estrecho y el Atlántico eran el atún, y en la zona mediterránea el boquerón, la sardina, chucla y mero (4).
         Las artes de pesca más comunes y abundantes, serían según Opiano, la caña, sedal, tridente, trampas, redes y como vimos almadrabas. El uso de redes de mano que se lanzan desde embarcaciones o la costa está perfectamente documentado, así como el uso de redes de arrastre. La caña y el sedal que implica el uso de anzuelos estarían indicados para la captura de pequeñas piezas, pero dado que su productividad es baja como para suministras el pescado que necesitaba la industria del salazón, la pesca con caña se utilizaría más como una actividad de recreo que como una actividad laboral.
No sería este el caso de los palangres, que si bien emplea anzuelos, estos al ser numerosos mejoran el rendimiento del sedal. El palangre consiste en una larga línea, o cabo madre, de la cual penden multitud de ramales con anzuelos cebados. Principalmente los palangres los utilizarían en aquellas zonas cuya cota de profundidad planteaba problemas para el uso de redes, siendo, en este sentido, un excelente complemento para la captura de especies que normalmente no se pescaban con artes de cerco (5).
En cualquier caso el sistema de pesca con mejores ren-dimientos en cuanto al numero de capturas, sería el de las artes de cerco y en concreto la almadraba. Esta última, presenta excelentes resultados (5), “debido, principalmente a que los atunes, en emigración hacia el Mediterráneo para su reproducción, no se alimentan de modo tradicional, por lo que el uso de cebos y anzuelos reportaría insignificantes capturas. Sólo sistemas como la almadraba, empleada de forma común y organizada, permite obtener importantes rendimientos”.
        De los barcos utilizados por los fenicios tenemos cons-tancia de (6): las gaulas, los barcos de guerra y los hippoi, estos últimos, como acabamos de ver eran los dedicados a la pesca. Se trata de una embarcación de pequeña envergadura mucho menor que las gaulas y de propulsión mixta (vela y remo). Estas naves además de a la pesca se dedicaban al cabotaje para cubrir distancias relativamente cortas, por lo que no serían aptas para la navegación de altura, a la que dedicaban las gaulas, que podían transportar hasta 500 toneladas de carga. El elemento mas distintivo de los hippoi es la cabeza de caballo que llevaría tallada en la proa, de ahí su nombre, aunque también esto podría ser un elemento distintivo sobre la nacionalidad del barco. Un elemento común en todos estos barcos es el tipo de timón que poseen, llamado timón de espadilla, que consiste en la fijación de un remo generalmente en el estribor de la nave, para así gobernarla con mayor facilidad.
Sus sucesores, los cartagineses, se dedicaron con más intensidad si cabe a la pesca y a la conserva de pescado, fabricando muy prestigiadas salazones, el garum, sacado principal-mente del atún y del escombro con cuyos escabeches hacían -según los textos griegos- pingües negocios en todo el Mediterráneo.


La pesca en el Mundo Clásico: Grecia y Roma.
En la Grecia Clásica más antigua, la pesca y el consumo de pescado correspondía a las clases más bajas de la sociedad, y tardaría en llegar a las mesas más exigentes. No obstante, las enormes posibilidades de explotación económica que ofrecía la pesca en determinadas zonas del Mediterráneo, la potenciaron y con ello el consumo y procesamiento del pescado, lo que daría lugar a un comercio y a una industria importante.
Desde comienzos de la gran colonización griega en el siglo IX a.C., los pescadores distinguían las diferentes especies de peces. El interés de los griegos por la fauna marina se puede observar en mosaicos helenísticos de Pompeya del siglo II a.C., donde se muestran toda clase de peces. Fue precisamente un autor griego, Opiano de Apmea, al que ya hemos hecho referencia, el que en su “Halieulica” nos indica los sistemas de pesca más comunes (5):
"Cuatro métodos de captura en el mar han ideado los pescadores. Algunos se deleitan con los anzuelos, y de este grupo unos pescan con largas cañas a las que se han atado un sedal de crin de caballo bien tranzado, otros simplemente arrojan un torzal de lino sujeto a sus manos; y otros se recrean con linos emplomados, o con linos de los que penden muchos anzuelos.
Otros prefieren disponer redes y de éstas hay las llamadas redes arrojadizas, y las llamadas de arrastre: rastras, y redondas redes de bolsa, y redes barrenderas; a otras las llaman redes de cubierta, y con las redes barrederas hay las llamadas redes de suelo, y redes arrojadizas redondeadas, y las corvas redes que pueden contener toda clase de pesca; innumerables son las varia-das clases de redes de astutos senos.
Otros tienen sus mentes más puestas en nasas que proporcionan alegría a sus dueños mientras duermen tranquilamente y espléndida ganancia les espera con pequeño esfuerzo.
Otros con el tridente provisto de largas puntas hieren a los peces desde tierra o desde una barca, según lo deseen. La medida adecuada y la recta norma de todos estos instrumentos las conocen exactamente los que efectúan estos trabajos."
Lógicamente cada uno de ellos se podía emplear para un tipo de pesca en concreto, según las necesidades propias y según los condicionantes que impone la configuración de la costa y fondo, naturaleza de las aguas y el peso de las piezas a capturar.
Pero ya antes, Aristóteles (5), hacia 340-350 a. C., en su obra “Historia de los animales” había recogido importantes indicaciones sobre animales marinos y su pesca, anatomía comparada, reproducción, costumbres, etc.
El consumo de pescado de mar variaba según fuera el estatus económico y la situación geográfica. En las islas y en la costa era corriente el pescado fresco y el marisco (calamar, pulpo, y bivalvos), y aunque con frecuencia se trans-portaba al interior, el consumo allí era mucho menor.
Entre los pescados de mar más consumidos estaban el atún, el salmonete, la raya, el pez espada o el esturión, que era consumido salado. También eran muy apreciadas las anguilas. Las sardinas y anchoas eran alimentos populares de la ciudad de Atenas. A veces frescas, pero con más frecuencia se vendían saladas. El más barato era el skaren (probablemente pez loro) mientras que el atún azul del Atlántico tenía un precio tres veces superior (7).
Pronto, en las primeras colonias griegas (800-600 años a.C.) la pesca fue la principal fuente de riqueza. Este fue el caso de las colonias asentadas en el Bosforo y en el mar Negro (8), donde los atunes eran tan abundantes que cuenta Plinio que: “los atunes eran tan numerosos que la flota de Alejandro Magno al pasar a Asia debió colocarse en orden de batalla como contra una flota enemiga, pues un barco aislado no podría abrirse camino. No les asustaba ni el griterío, ni los ruidos, ni los golpes. Solo un estrépito espantoso era capaz de espantarlos".
La pesca de atún o de mujol, daba de vivir a mucha gente como pescadores, fabricantes de naves, preparadores del pescado, mercaderes, etc., ya que la riqueza de estas colonias se basaba, en gran parte, en sus pesquerías. Los pescadores de Cicico, situada en el Mar de Marmara, pescaban los atunes a la almadraba. Se les clavaba un arpón más bien que capturarlos al arrastre.
Los griegos, como los fenicios e igual que ellos, atraí-dos por la riqueza minera, las salazones y las pesquerías, fundaron colonias en la península ibérica (Rode en el siglo VIII a.C. y Emporio hacía el 600 a.C.), y aunque su presencia es menos clara que la fenicia también los griegos destacaron en la preparación y elaboraciones de la pesca y, aunque ninguna fuente lo afirme directamente, es muy probable que bastantes conservas hispanas de pescado que llegaban hasta Grecia no fuesen de origen fenicio-púnico, como siempre se supone, sino que hubiesen sido elaboradas en las colonias y factorías griegas del sur de Galia y costa de Cataluña (9).


La pesca en el imperio romano
Sobre la industria de la pesca, su funcionamiento y su repercusión en la economía en el Imperio Romano se conservan suficientes datos, bien significativos de su importancia. Basta pensar en que Neptuno, el dios grecoromano del mar, era representado portando un tridente de pesca. El papel que jugaba la pesca en la economía del Imperio sería similar a la que jugaba la producción de cereales, el vino o el aceite. El pescado fresco, o en conserva, llegaría a todos los hogares; las especies más apreciadas a las mesas de los más pudientes, mientras que el pescado en general se consumía de forma habitual entre las clases menos favorecidas.
Plutarco menciona las famosas anguilas; Marcial, Quintililano o Macrobio nos hablan de sus lampreas y Juvenal, del salmonete que se vendía en los mercados de Roma a un precio muy alto. Tenemos información sobre la captura de arenques, atún o el escarus que menciona Petronio. Como se ve, una amplia variedad de especies que capturaban los pescadores, que se agrupaban en cofradías. La de pescador era una profesión muy común. Para poder comercializar el pescado fresco, capturado en las pesquerías más o menos próximas a Roma, entre las que destacarían las de la costa siciliana, se transportaba vivo hasta Roma donde era almacenado en estanques de agua salada en el llamado Forum Piscarium, nombre que recibía el mercado de pescado en la capital del Imperio.
La actividad pesquera se acompañaba con la crianza de peces en piletas con agua de mar y agua dulce. Varrón nos cuenta como la cría de peces era muy lucrativa para las personas que se decidían a construir viveros. La técnica se basaba en desviar agua del mar para alimentar arroyos privados o estanques. Plinio también nos da cuenta de esta actividad, nos relata como en la costa meridional de la península Ibérica, especialmente en Carteia (Cádiz), se excavaban viveros en la roca natural para mantener los peces vivos y controlar su cría (10). No hay que aclarar que muchos peces no conseguían desarrollarlos en cautividad, por lo que la actividad pesquera era inevitable y su importancia se incrementó durante el Imperio Romano.
Por lo que se refiere a Hispania, también la explotación de los recursos marítimos se intensifica y se perfecciona en época romana con respecto a la actividad desarrollada anteriormente e impulsada sobre todo por las factorías coloniales griegas y fenicio-púnicas (11). La mayor parte de la tradición literaria romana sobre Hispania se hace eco de la riqueza pesquera de sus costas. Concretamente, Estrabón a principios del Imperio y Plinio el Viejo en la época flavia, subrayan la importancia de la riqueza piscícola de las costas meridionales atlánticas y mediterráneas llegando a distinguir hasta 18 tipos de pescados (11). Pero la actividad de los pescadores hispanos no se reduciría únicamente a las costas ibéricas. De hecho, Estrabón documenta que los gaditanos se aventuran hasta las costas mauritanas en busca de pesca con diferentes tipos de barcos, de los que unos, los que utilizaban los pescadores más pobres, que eran conocidos como caballos por la cabeza de su proa (11), serían los “hippoi” o “hippos”. Los principales materiales en la construcción de los distintos tipos de barcos eran la madera de alcornoque, encina y acebuche.
       Mucho más importante que la pesca para abastecer los mercados de consumo de pescado fresco era, con gran diferencia, la destinada a cubrir la demanda de las factorías de salazón. De hecho a partir de la época de Augusto se constata arqueológicamente la existencia de una importante remodelación en el sector, que se materializa en el desarrollo, en los más importantes centros urbanos de la Hispania meridional, de una red de factorías de salazones (11). La salazón era la conserva por excelencia del mundo romano. También era la única forma para que las poblaciones del interior, lejanas a la costa pudieran consumir esta fuente de proteínas. Los “pescados azules”, que eran ideales por su alto contenido calórico al ser ricos en grasas, eran los más empleados, entre los cuales se puede situar al atún rojo, la caballa, el bonito o la melva, aunque también se preparaban pescados de tamaño menor, como sardina o caballa.
En estas factorías, además de las salazones (salsamentum), elaboraban una amplia gama de productos derivados, siendo especialmente relevantes las salsas, como el garum, la liquamina o licuamen, la Muria, el Allex (allex, hallec o hallex) o la cordula, que solían estar presentes en la mayoría de las recetas de la época. El garum era el más conocido y apreciado (12), obteniéndose por fermentación natural de las vísceras del pescado, contando con un antiséptico, la sal, que evita la putrefacción. Se preparaba con infinidad de variedades, tanto de gran tamaño -caso del atún, como especies más pequeñas, mezclándose con sal, a razón de una parte de sal por ocho de pescado. Luego se dejaba secar al sol durante semanas, removiéndose la pasta diariamente y, finalmente, se colaba repetidas veces hasta obtener una salsa clara que se envasaba en ánforas para su transporte y comercialización. El garum que gozaba de mayor predilección era el obtenido a partir del atún o la caballa, que podían alcanzar precios exorbitados en el mercado.


Sistemas de pesca y aparejos en la antigüedad *
        De los cuatro sistemas de pesca descritos por Opiano: anzuelos, redes, nasas y tridentes, el más importante era, entonces como hoy, la pesca con red, por su versatilidad, rendimiento y posibilidades de aplicación. Se utilizaban toda clase de redes, de malla más o menos fina, según la clase de pesca a que estuviese destinada. Existían la red fija, la red arrastrada por un barco, etc. Pero la mejor arte de pesca era la almadraba. Si bien de la pesca con red era de donde provenía la mayor parte del pescado que llegaba a las factorías de salazón, no nos podemos olvidar de las otras artes, no sólo porque no siempre se podía utilizar las redes, sino porque muchas veces eran mejores para determinados tipos de peces, o para cubrir determinadas necesidades de los mercados, o porque no todos los pescadores podían disponer de redes.
        Aunque el anzuelo ya era conocido en la Edad de Piedra, fue inventado mas tarde que la flecha y el arpón, por lo que comenzaremos por el estudio de estas artes, que podemos generalizar como pesca con útiles punzantes (5), que las más de las veces eran instrumentos arrojadizos. Los arpones consistían en un largo astil de madera, que por su fortaleza, solía ser de olivo, finalizado en una cabeza metálica, aguda y punzante, generalmente fabricada en hierro y, más raramente en bronce. Esta cabeza podía ser de varias “espigas” (3 o 4), que era el caso de los tridentes.
Al principio los arpones se utilizaban en ríos y mares poco profundos para luego emplearse, junto con los tridentes, tanto para la captura de grandes animales marinos, como para atrapar peces de talla media y pequeña que frecuentaban el litoral. De acuerdo con Opiano (5) “cuando más útil se revelaba este sistema era en la pesca nocturna: las embarcaciones faenaban durante la noche llevando una serie de lámparas o antorchas encendidas en la proa u otras zonas de la nave. Una nube de peces se arremolinaba en torno a la arráyente luz, siendo blanco de fácil acierto para la destreza de los expertos arponeros”.
En cualquier caso, dado los relativos bajos rendimientos de este tipo de pesca para abastecer las factorías de salazón, se emplearía más bien para la captura de especies complementarias que, seguramente, tendría su reflejo en el marco de una economía doméstica.
Instrumentos punzantes también se empleaban en las pesquerías de atunes, pues eran imprescindibles para la captura y el izado de los atunes a bordo de las embarcaciones almadraberas.
La pesca con anzuelos implicaba diversos métodos: caña, pesca de fondo y palangre, siendo la más popular y conocida la pesca con caña.
La forma de los anzuelos, cuyo principal objetivo era la correcta sujeción de la presa, no ha variado significativamente hasta hoy. Los anzuelos romanos se componen de cuatro partes (12): la cabeza, por la que se une al sedal, la caña o vástago principal, el gancho en forma de U y la punta o lengüeta empleada para enganchar la pieza. Esta disposición general podía tener variaciones según el tipo de pez que se pretendiera capturar (5): “Los había de diversos grosores y pesos. Asimismo, podían presentar uno o varios ganchos, formando así anzuelos sencillos, dobles, muy empleados en la captura de grandes presas, cuádruples, constituidos por la reunión de cuatro ganchos en una sola pieza de plomo cuadrada en la que se colocan uno en cada esquina, etc.... Finalmente, para piezas de gran calibre se empleaba un grueso anzuelo unido a una cadena metálica (hamus catenatus).
       Los anzuelos se fabricaban de hierro, bronce o cobre, dependiendo del tamaño de la pieza a capturar, siendo los preferidos los de bronce. El bronce a veces se mezclaba con importantes cantidades de zinc y aluminio lo que les confería mayor resistencia a la oxidación (5).
De la pesca con caña, indicada para la captura de pe-queñas piezas, tenemos vestigios muy antiguos, entre los que destaca la pintura de un pescador con caña del antiguo Egipto, que tiene alrededor de 4.000 años de antigüedad. En la Antigua Grecia también encontramos que Platón y Aristóteles mencionan la pesca con caña, y Plutarco da consejos sobre los sedales para pescar (13).
La caña, siguiendo a Opiano, a Eliano e incluso a Homero (en la Iliada) (5) “Se trata de un instrumento compuesto por una vara larga realizada en materia vegetal, flexible y resistente, que posibilita diversos grados de dureza según las piezas deseadas. En su extremo se coloca un largo hilo o linea, fabricado de lino o de crines de caballo, preferiblemente de color neutro que no haga desconfiar a las presas. La confirmación de una captura se indicaba mediante el hundimiento de un flotador o veleta, colocado a una determinada altura en el sedal, que recibía el nombre de indicium. Para su confección se solía emplear el corcho. En el extremo del sedal se colocaba el anzuelo y, fuertemente enganchado en éste y lastrado mediante la colocación de unos pesos de plomo, se sujetaba el cebo”.
El cebo (5): “para peces de pequeño tamaño solía consistir en insectos (Marcial), aunque se empleaban otros nu-merosos elementos como la grasa de cerdo, gusarapa, almeja, intestinos de peces o de moluscos, etc.. (Eliano y Opiano). Como dato curioso merece destacarse asimismo, la utilización de los desechos provenientes de las fábricas de salazón y pescaderías (Aristóteles y Columela). Importante es, asimismo, el uso de peces vivos como cebo y, en caso de no disponer de ellos, el empleo de ingeniosos sistemas alternativos que posibilitan la pesca. El más interesante es el uso de un peso de plomo, llamado "delfín", que introducido en la boca el pez muerto, le imprime un movimiento que hace parecer que está vivo, engañando a los depredadores (Opiano). Por otra parte, no eran pocas las ocasiones en que se empleaba un cebo artificial”. El romano Claudio Aelian (170-235 d.C.) (13) escribió sobre los pescadores de trucha de Macedonia, que usaban moscas artificiales o anzuelos con cebos emplumados.
La pesca con caña era empleada, en general, como actividad de recreo, constituyendo un pasatiempo muy querido para los hacendados y los miembros dirigentes de la sociedad (5).
También se practicaba la pesca de fondo con sedales y el palangre, método que integra varios anzuelos cebados alrededor de un cabo principal.
La pesca de fondo con sedal, de escaso significado económico, consistía (5) “en colocar cerca del cebo una fuerte plomada para lastrar el sedal que se sostenía sin caña, directamente en la mano del pescador. Esta posibilidad permite capturar piezas de buen tamaño con las que habitualmente se entablaba una lucha en la que había de intervenir una barcaza de auxilio desde el agua”.
El palangre, ya descrito al tratar las técnicas de pesca fenicias, mejoraba considerablemente el rendimiento de la pesca con caña o sedal, al utilizar conjuntamente numerosos anzuelos. Pues, como ya vimos, el palangre no es otra cosa que un cabo madre del que penden diversos ramales con anzuelos cebados.
Otro sistema practicado en la antigüedad era la pesca con nasas. Estas, que en su concepción y forma han variado muy poco desde la antigüedad hasta hoy, si exceptuamos los materiales de construcción, consisten en un cesto de forma cilíndrica hecho de red o juncos entretejidos con una especie de embudo dirigido hacia dentro en su base, de forma que cuando la presa entra, ve dirigido su recorrido, cayendo en un depósito del que le es imposible salir. Se construían básicamente de mimbre o esparto y aunque las había de diferentes formas y tamaños, las más usuales tenían un aspecto de jaula alargada.
Las nasas se fijaban al fondo o bien se suspendían de una cuerda sobre el fondo del mar o del río, siempre con un cebo que incitara a los peces o mariscos e introducirse. Su presencia se indicaba en la superficie mediante un flotador de corcho. Algunos textos (5) indican que para potenciar las posibilidades de captura los antiguos pescadores procedían a esparcir sobre el agua, una serie de sustancias que atraían la voracidad de los peces, como era el caso de la harina, miga de pan, plantas aromáticas, etc. En este sentido veamos lo que nos cuenta Opiano (5):
"El pescador entreteje una nasa de esparto de prieta trama, y dentro pone una torta de algarrobas empapada en vino oloroso, y mezcla dentro la lágrima de Mirra (...) Una vez mezclada la sagrada savia con el resto, el pescador ancla su nasa entre las olas y, en seguida, la fragancia del lirio se difunde por el Mar, y llama a los rebaños de variadas clases; y los peces, atraídos por el dulce vaho obedecen a la llamada, y en seguida la nasa está rebosante, trayendo al pescador una recompensa de espléndido botín".
El empleo de las nasas parece (5) que, en general, se vinculaba a capturas de especies de escasa talla (no superiores a 30-50 cm), preferentemente de habitat fluvial o lacustre distintas, por tanto, de las habitualmente empleadas en la elaboración de salazones.
Durante la Época Clásica el empleo de redes es general en todo el Mediterráneo y es el método de pesca que suministra la mayoría del pescado a las factorías de salazón. Se utilizaban redes de todo tipo y de malla más o menos fina, según la clase de pesca a que estuvieran destinadas. Las había fijas, de arrastre por barco, etc. Sin olvidar la más importante: la almadraba, de la que ya hablaremos. Muchas de estas redes han sido descritas por Opiano (5).
Entre los tipos de redes más habituales estarían la denominada iaculum o funda, una red de tamaño pequeño con forma de embudo y provista de plomos que se lanzaba al agua desde lugares elevados, cercanos al mar; la red de arrastre, llamada sagena, verriculum o tragula, formada por un largo rectángulo que se coloca verticalmente en el mar, su parte central, en forma de gran bolsa, retiene numerosos peces; y, finalmente, la red de mano, que Opiano (5) denomina hypoché. Su empleo a modo de caza-mariposas, permitía capturar pequeños peces cercanos a la orilla así como esponjas, ostras y erizos, etc.
De cualquier forma, el conocimiento de todos estos tipos plantea problemas pues, a decir de Opiano (5): "Innumerables son las variadas clases de redes de astutos senos". Algunos de ellos quizá podrían asimilarse a tipos actuales como el trasmallo o las redes de boliche o jábega. El primero es un arte típicamente de fondo formado por tres redes, una central más tupida, y dos exteriores superpuestas. La pesca con trasmallo se basa en que los peces en sus desplazamientos no perciben la red con lo que al tropezar con ella empujan el paño tupido formando bolsas de las que ya no pueden salir. Con el trasmallo se pescan especies de fondo como pageles, doradas, sargos, salmonetes o lubinas. El boliche, bol o jábega es un arte de red de cerco y tiro, compuesta de un copo central y dos bandas, de las cuales se tira desde tierra por medio de cabos sumamente largos, muy utilizada hasta tiempos recientes en que fue prohibida.
Cabe, por último, hablar de los reteles (12), una modalidad de pesca que, a juzgar por testimonios arqueológicos pudo haberse usado en época romana en nuestras costas. Un retel consiste en un aro de metal con una red en su interior, que puede tener forma de bolsa, donde se coloca el cebo para atraer a los mariscos que quedarán atrapados en dicha red. El empleo de las redes no difiere significativamente de unos tipos a otros y su elección se realiza de acuerdo con las necesidades.
      Otro modo de pesca, este más arcaizante, sería el de corrales (12) que son construcciones que se levantan en las rasas maréales y zonas de playa con la intención de retener la pesca cuando se produce la bajamar, sin tener que aventurarse en el mar. Suelen ser de forma redondeada y aprovechan los accidentes del terreno. Cuando se produce la marea alta el agua los cubre por completo, permitiendo la entrada de todo tipo de peces y crustáceos; cuando la marea baja, los animales quedan atrapados en estos corrales, ya que su tamaño no les permite escapar. El agua recogida se filtra a través de los intersticios de las rocas, dejando un lecho fangoso o seco donde se puede obtener una rentable captura sin gran esfuerzo, lo cual le convierte en una actividad complementaria idónea para el suministro, aunque sea a pequeña escala, de los centros de salazón (5). Los corrales de pesca, muy abundantes en las costas de Andalucía, han estado en uso hasta mediados del siglo XIX, cuando fueron suprimidos por considerárseles perjudiciales para la pesca.
         Otro sistema de pesca alternativo sería el uso de sus-tancias venenosas o estupefacientes extraídas de determinadas plantas, de cuyo empleo sólo tenemos referencias literarias (5). El producto obtenido o la misma planta machacada, se esténdía sobre la superficie del agua, causando la muerte o la incapacidad de los peces de los alrededores que, ascienden a la superficie y son fácilmente capturados. Una planta famosa en la Antigüedad por sus propiedades estupefacientes y empleada para la pesca es la llamada cyclamen. Su empleo lo describe así Opiano (5):
"Hay otro método de pesca practicado por los pescadores que usan veneno, los cuales elaboran un pernicioso veneno para los peces, y acarrea rápida muerte a las razas nadadoras. Primero, con fuertes disparos de proyectiles, y golpes de palos y azotes de los remos, conducen a las infelices hileras de criaturas del mar a un lugar curvo, a alguna bahía rota con numerosos escondrijos; allí los peces se deslizan bajo las cóncavas rocas y los pescadores colocan por todas partes bien entramadas redes de lino... Entonces un hombre toma abundante arcilla blanca junto con la raíz que los médicos llaman cyclamen, mezclándolas con sus manos amasa dos tortas y salta sobre las redes dentro el mar (...) En seguida el nocivo y desagradable olor llega hasta lo peces en sus moradas y sus ojos se nublan, les pesan la cabeza y los miembros y no pueden permanecer en sus escondrijos, sino que salen de las rocas aterrados (...) Pesados como borrachos, embriagados por el mortífero olor, dan vueltas por todas partes sin encontrar un sitio libre de la plaga y se precipitan violentamente dentro de las redes, ansiosos de escapar..."
La utilización de técnicas semejantes es imposible de constatar en las actividades pesqueras asociadas a instalaciones de salazón, pues ninguna fuente, directa o indirecta, así parece indicarlo.
         Llegamos así al sistema de pesca más importante, de la Época Clásica, para el suministro de pescado a las industrias de salazón: Las almadrabas. La almadraba consiste en un conjunto de redes, y embarcaciones de apoyo, que colocadas convenientemente al paso de la ingente masa especies marinas que realizan movimientos migratorios conjuntos entre el Atlántico y el Mediterráneo, como el atún y otras muchas especies de peces, permite organizar su captura. Las almadrabas se denominaban "de paso" o "de derecho" cuando se colocaban para los atunes de entrada en el Mediterráneo, en primavera; por otra parte, se denominaba almadraba "de retorno" o " de revés" a la que se colocaba con ánimo de capturar los jóvenes atunes hacia finales del verano. Resultaban más rentables las primeras, ya que los atunes eran más grasos.
La almadraba, de la que nos da noticia Opiano (3), consistía fundamentalmente en una red, dispuesta en forma circular, anclada en el fondo del mar por su extremo inferior y sostenida mediante flotadores por el superior. Está dotada de una serie de puertas de entrada por las que penetran los atunes que viajan como un pueblo en marcha, cada grupo con su jefe, y a los que resulta muy difícil salir una vez que han entrado. El atún, intentando desesperadamente huir, sube a la superficie y es pescado mediante garfios especiales desde los barcos que cercan la red. El mismo Opiano nos indica como funcionaba este arte de pesca (5): "Abundante y prodigiosos botín obtienen los pescadores cuando la hueste de los atunes avanza en primavera. Lo primero de todo, los pescadores marcan un sitio en el mar, no demasiado angosto al pie de riberas abruptas, ni demasiado expuesto a los vientos, sino que tengan la debida proporción de cielo abierto y de abrigados escondrijos. Entonces primero sube a una alta y escarpada colina un vigía de atunes, el cual hace conjeturas acerca de los variados cardúmenes que se aproximan y de su clase y de su número, e informa a sus compañeros. Inmediatamente despliegan todas las redes a modo de ciudad entre las olas, pues la red tiene sus poneros y en su interior puertas y más recónditos recintos. Rápidamente los atunes avanzan en filas, como falanges de hombres que marchan por tribus, unos más jóvenes, otros más viejos, otros de mediana edad: infinitos se derraman dentro de las redes, todo el tiempo que ellos desean y la cantidad que admite la capacidad de la red. Y rica y excelente es la pesca".
En definitiva, como ocurre hoy (5), los atunes al encontrar su paso cortado por las redes no tienen más remedio que seguir un camino determinado, que les lleva a una cámara final, cerrada por todos sus lados y cuya única salida se encuentra arriba en la superficie, constituyendo una auténtica trampa mortal, por lo que se la denomina cámara de la muerte. Esta última cámara posee un fondo de red (saco del copo) que es la que, finalmente, izan los pescadores a mano, operación denominada "levantada", obligando a los atunes a aproximarse a la superficie del cerco. Allí son fácilmente atrapados e izados a bordo, mediante un largo palo acabado en gancho, la "bichera".
          Históricamente, han existido tres tipos de almadrabas (14): la de vista o tiro, la de buche y la demonteleva, las dos últimas se fijan al fondo con anclas. La primera, de vista o tiro, es a la vez un arte de cerco y arrastre. La pesca comienza una vez que se avista el banco de peces, con la salida de los barcos para colocar el cerco de redes, más o menos cercano a la orilla, donde quedan atrapados los peces y luego se tira de las redes desde tierra para sacar las capturas a la playa y dar muerte a los peces sobre la arena. La almadraba de vista o tiro, en la que, como acabamos de ver, el cerco se monta inmediatamente después del avista-miento, pertenece a la misma categoría que las artes de red lanzadas desde embarcaciones y recuperadas desde la borda o desde la orilla. Este tipo de almadraba fue la más empleada en al Antigüedad, como se deduce claramente del texto anteriormente citado de Opiano.
Las almadrabas fijas, de buche y de monteleva, con-sisten en una serie de cámaras realizadas con paredes ver-ticales de red que se plantan o anclan en paralelo a la costa y a una distancia corta de la misma unos días antes de que aparezcan los peces. Son, por tanto, trampas que esperan la llegada de los atunes que, mediante el ingenio de redes, se dirigen a una cámara final (de la muerte) en la que quedan atrapados hasta que los pescadores se deciden a cobrar las presas. En esta última cámara (buche) se encuentra el copo, una red horizontal colocada en el fondo, que se iza en la maniobra final de la pesca para subir los atunes a las bordas de los pesqueros en los que se les da muerte.
Las diferencias entre las almadrabas de buche y las de monteleva (14) son el tamaño y la complejidad del arte. Las de buche suelen constar de dos cortinas de red o raberas; la de tierra corta el paso a los atunes y los dirige al «buche» o cámara de la muerte, mientas que la de fuera evita que se escapen los que están dentro del arte. Las de monteleva poseen, además de las raberas, diversos recintos y puertas de red entre ellos para distribuir los atunes que van entrando y conducirlos ordenadamente a la última cámara.

Referencias
* Para su descripción y técnicas de uso en la antigüedad seguiremos a Julio Martínez Maganto (7).

(1) Historia del pescado y marisco - Wikipedia, la enciclopedia libre
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_pescado_y_marisco

(2) La pesca entre cananeos y fenicios: la documentación epigráfica...
digital.csic.es/handle/10261/22578. De J.A. Zamora - ‎2004 -

(3) [PDF] Aportaciones al estudio de la pesca en la antigüedad...
institucional.us.es/revistas/habis/2/11%20abad%20casal.pdf
A. Moreno Páramo y L. Abad Casal

(4) Los fenicios y el mar. nazarettfm.blogspot.com/

(5) JM Maganto. Las técnicas de pesca en la antigüedad y su implicación
económica en el abastecimiento de las industrias de salazón.
https://www.uam.es/otros/cupauam/pdf/Cupauam19/1909.pdf

(6) Tipología naval fenicia | La Navegación Fenicia
navegacionfenicia.blogspot.com/2015/.../tipologia-naval-
fenicia.html

(7) Historia del pescado y marisco - Wikipedia, la enciclopedia libre
https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_del_pescado_y_marisco

(8) La pesca en la antigüedad y sus factores económicos. JM Blázquez
www.cervantesvirtual.com/.../la-pesca.../01897aee-82b2-11df-acc7-0021...

(9) Economía de la colonización fenicia y griega en la Península Ibérica
Gredos.usal.es/jspui/…/1/Economia de la colonización fenicia y gr.pdf

(10) Reportaje - la pesca en el Mediterráneo Antiguo | Mediterráneo ...
www.mediterraneoantiguo.com/.../reportaje-la-pesca-en-el-
mediterraneo....

(11) Pesca y salazones - Contextos - ARTEHISTORIA V2
http://www.artehistoria.com/v2/contextos/5860.htm

(12) Bertan 17 - La época romana: Capítulo 7: La pesca y las conservas
http://bertan.gipuzkoakultura.net/eu/17/es/7.php

(13) Las primeras pescas con anzuelos. : Pescaresmipasion
pescaresmipasion.webnode.es/news/las-primeras-pescas-con-anzuelos-/

(14) E. García Vargas y D. Florido del Corral. Tipos, origen y desarrollo histórico de las almadrabas antiguas. Desde época romana al imperio bizantino.
personal.us.es/dflorido/uploads/.../sagena%203 cap%2011web.pdf





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